sábado, 26 de enero de 2013

EN EL RETRATO DE CATALINA



                                                            Ejercicio de Novela

B.J. famoso pintor transgresor del siglo XX en España, tras recibir una llamada cambia su vida. Comienza acuchillando el lienzo para su mujer, en el que lleva trabajando con mimo durante los últimos tres años. Cambiará su estilo de pintar llegando así al éxito, pero su desolación le llevará a la muerte que tanto espera,
puesto que por circunstancias de la vida... En el retrato de Catalina estará la clave de si fue o no asesinado.
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Aquella mañana Bruno Jiménez, más conocido como B.J., se encontraba dando las últimas pinceladas al romántico lienzo transgresor, que en dos semanas destinaría como regalo de aniversario a su mujer. Cuando de pronto sonó el teléfono del estudio. Soltó las herramientas de pintura sobre la mesilla que tenía al lado del caballete, se limpió las manos y respondió a la llamada, pensando que sería para un nuevo encargo. El gesto desconcertante de los ojos, curvaron sus cejas en horror, arrugando tras ellas la frente, dejando aflorar el rostro pálido en cuestión de segundos. “¡No puede ser!”. Se desplomó sin fuerzas en la silla tras dejar caer el auricular al suelo. Incrédulo a la noticia, comenzó a sentirse agitado, su respiración lo asfixiaba, en la parte alta de las orejas y en sus mejillas comenzó a arder la impotencia. Tendió el brazo en la mesa dejando caer la cabeza sobre el mismo y rompió a llorar. Al encoger los dedos encontró casualmente entre ellos el mango del cuchillo de sacar punta a sus carboncillos. Sin pensarlo, se levantó furioso descargando con ira toda su rabia contra el lienzo. Una,… dos,… tres,… cuatro,… hasta trece cuchilladas seguidas, dejando el lienzo hecho girones. Pero sus lágrimas no le permitían ver con claridad semejante destrozo.

Adiós a las mariposas de colores, ni rastro de los almendros en flor, hasta nunca sol de primavera, despedidos los ruiseñores que surcaban los cielos difuminados, Marchitos esos dos ancianos soñadores que un día se prometieron pasear tomados de la mano en una colorida primavera. Licenciado y aniquilado el amor que aquel lienzo representaba para él. Un todo para la mujer más importante de su vida, truncado en un nada. “Mi adorada Catalina”.

Su mente lo transportó tres años al pasado, -como en tantas otras ocasiones en que se ponía a pintar con mesura y dedicación sobre la obra-, a un parque donde se juraron amor eterno, él esperó a primavera para pedirla matrimonio, porque sabía que aquella era su estación preferida. Y cuando ella afirmó que se casarían sellaron con un apasionado beso el amor. Bruno en ese momento la prometió un cuadro de aquel jardín con lo que ella más amara. A lo que Catalina respondió, que pintara los almendros como en febrero, almendros en flor, aunque no fuesen en primavera, con mariposas de colores y ruiseñores volando libres, una pareja de enamorados, pero que esos dos fuesen ellos en la tercera edad, porque algún día cuando los años, y los años pasasen, ellos volverían al lugar donde se dirían una vez más todo cuanto se amarían aun. “Pintor de sueños, me llamaste, amor”.

Aquel trágico accidente, obligó a Bruno a enterrar a su amada Catalina y con ella el amor para siempre. Desde entonces su lucha por sobrevivir hizo que se encerrara en sus cuadros transgresores, los cuales se tornaron en lúgubres, góticos y macabros. La muerte siempre sería representada en aquellas obras, las cuales le lanzarían a la fama, un reconocimiento que no le importaba nada, pues sin su mujer, él solo esperaba encontrarse con la muerte, cosa que todos sabían por las entrevistas. Por eso pasado unos años lo encontraron junto a un antiguo lienzo, donde se veía el rostro de Catalina salpicado de la sangre del famoso B.J. Quien al parecer se había quitado la vida, abrazado al lienzo para darle el último beso de amor.

Dejó una nota en el escritorio donde apareció su cadáver:

Querida esposa mía, al fin volveremos a estar juntos, donde te pintaré cada tarde junto a una nueva puesta de sol.

Firmado: Bruno.

Lo verdaderamente extraño era que el resto de cuadros habían desaparecido, ¿Sería aquello un verdadero suicidio? Eso tendrían que averiguarlo tras muchas pesquisas el equipo de Homicidios de Madrid. Los cuales descubrirían… -Muchas cosas que si os contara, os estropearía el final-.

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