sábado, 27 de octubre de 2012

BET, LA PEQUEÑA GIMNASTA RITMICA



Era tan solo una niña, no tendría más de cinco o seis años. Tan bonita, con su cuerpo musculoso y bien contorneado. Allí vestida como una mujer de trajes y medias ajustadas color pastel. Con el pelo recogido en lo alto por un moño, y su carita de azucena. Bailaba para todos con desenvoltura, sin parecer consciente del arte que corría por sus venas.

Gimnasta rítmica siempre quiso ser, y allí se hallaba, ante miles de personas y el jurado más experto en esta forma tan hermosa de actuar. Pero eso no importaba, la niña estaba cumpliendo el sueño de su vida. Danzar para su público.

Bet, se aislaba del mundo cada vez que la música sonaba, era como el agua que la hacía moverse rápida y con sutileza a cada centímetro de su esencia, como el río que fluye corriente abajo acariciando las rocas, y saltando en las piedras.

Ahí se alojaba cada uno de los giros contorsionados al ritmo de sus elegantes zancadas, en el punto exacto de los acordes musicales, lanzando la pelota, y virando en aire o suelo con gestos arqueados, saltos y piruetas con estilo y propiedad, mientras al mismo tiempo iba caracoleando con la cinta a giros de muñeca. Aquel espectáculo de dos elementos diferentes usados a la vez a los mismo tiempos musicales, nunca antes los habían visto. Bet, lo bordaba, era única en aquel arte.

La exactitud en cada uno de los estilos, dejó a todos los allí presentes con las mandíbulas desencajadas. Menos a sus padres, y profesora, los cuales la habían visto volar con la magia acorde de las notas en tantas y tantas ocasiones, que con los ojos aprendieron a ver sus alas de ángel, que el don no permitía a los demás vislumbrar más allá de la pureza de su alma, pero tan solo un espíritu celeste como ella podía sentir de tal modo los acordes del piano, y hacer de sus pies, los dedos del más experto pianista.

viernes, 26 de octubre de 2012

AMOR DE CABALLERO



Al fin ha terminado la batalla, donde tras mucho esfuerzo, sudor y sangre, hemos logrado salir victoriosos portando en nuestras manos la espada. Ya nos dirigimos al reinado, para tomar unos días de descanso y recuperarnos de nuestras heridas, antes de partir nuevamente a por otra conquista.

Ya en el castillo, nos reciben entre flores de campo y aplausos. Mas yo estoy deseoso de reencontrarme con los ojos verdes y cabellos dorados de mi dama. La mujer más hermosa y apasionada que jamás encontré. Esta noche al fin podre retozar entre sus brazos.

Entrados en el castillo, ¡ahí está ella!, acompañando a la reina, que porte femenino, que elegancia regia en sus andares, con ese contoneo de caderas que tanto me hacen enloquecer. Sus ojos se han clavado en los míos, y con ligera inclinación de cabeza adornada por la más hermosa de las sonrisas, me indica que se siente complacida y llena de dicha por saberme vivo. Deseoso estoy de ver asomar la luna esta noche. Nuestra hora deseada.

Tras varias horas los trámites del rey y sus caballeros tras la batalla, ya han dado a su fin. Ahora ya podemos retirarnos a nuestro descanso tan merecido y deseado.

Aún tengo tiempo para darme un baño y sacarme el polvo del camino antes de encontrarme con mi amada. ¡Cuan grata es mi sorpresa!, que al estar dentro del agua tibia que las doncellas del castillo me han preparado. Entra en la estancia, unas manos delicadas que sin mediar palabra comienzan a frotarme la espalda. Con sus besos va secando mi cuello. Es ella, Alexandra, la mujer de mi vida, pues solo ella sabe besar así.

Sus manos me van frotando el pecho entre besos y abrazos tiernos, mientras baja lentamente a mi parte ardiente. Toma el miembro entre sus manos y lo frota de arriba abajo con ardua maestranza, baja hasta los testículos y juega con ellos como si fuesen bolas entre sus dedos. El deseo de tomarla es tan grande que con mis labios me como con ardor su boca, mientras con mis manos me ayudo a salir de la cuba de agua, que uso por bañera. Ella me da sutilmente la toalla para secarme y hacerla mía.

Una vez seco con su diestra ayuda, entre caricias y besos, tomo su cuerpo entre mis brazos para llevarla al lecho. Donde comienzo a desnudarla con ardua pasión, igual piensa que soy un poco rudo, pero han sido tantas noches la que he deseado tenerla entre mis brazos para hacerla mía, que a estas alturas ya no aguanto la desazón. Desnuda ante mi ser, me tomo unos segundo para contemplar su esbelta belleza femenina. Su cuerpo se arquea al tumbarme sobre ella y tomarla un pecho con la mano mientras le mordisqueo el pezón y con la punta de la lengua lo balanceo con fiereza.

Sus dedos se enredan con mi melena, mientas con la otra mano se hace dueña de mi miembro. ¡Oh sí! ¿Cuántas noche habré deseado este momento?. Meto mis dedos con suavidad entre los pliegues de su sexo sin dejar de poseer sus protuberantes senos. Sus aislados gemidos de placer hacen que su cuerpo se arquee y se estremezca junto al mío. Sin decir nada me tumba de espaldas y me besa ardorosa y apasionada los labios, bajando entre besos y movimientos de serpiente juguetona con su lengua hasta mi entrepierna. Con sus dedos retuerce delicadamente mis pezones acelerando mi ritmo cardiaco. Su boca besa el prepucio del miembro, humedece la punta con su lengua, y con una mano auxiliadora comienza con un ardoroso movimiento que baja y alza con soltura la piel protectora del bálano, seguida por la plena cavidad de su boca. Al poco pone una rodilla a cada lado de mi contorno mientras yo juego con sus turgentes pechos. Así en poco más de un instante se golpea con desazón entre sus partes con mi falo, y sin apenas darme cuenta se lo introduce dentro de ella cabalgando cuan salvaje amazona.

El placer es tal que en segundos a punto estoy de estallar dentro de su ser. La tumbo con ligera brusquedad de espaldas en el lecho. Donde yo pueda hacerme dueño de su cuerpo. Con un ritmo pausado acaricio su clítoris sintiendo con más fuerza el abrazo de su vagina. Sus gemidos acompañados del contoneo arqueado de su cuerpo me indican que está al borde del climax. Alzo sus piernas para ponerlas sobre mis hombros y acelero el ritmo penetrante mientras ella a ritmo apasionado se acaricia su monte de Venus. Con unos cuantos envistes más nos unimos en el gemido más largo del placer, mientras nuestros flujos sexuales se unen con descaro.

Exhausto y complacido, dejo caer mi cuerpo sobre el de ella, mientras sus palpitaciones vaginales se van apoderando de mi hinchazón viril. Una vez atenuadas nuestras respiraciones entre tiernos besos y abrazos. Me desacoplo de su cuerpo con el sonido de un sordo y húmedo beso de sus labios vaginales.

Aquí tumbados en el cálido y mullido catre, abrazado a mi dama, mentalmente le doy gracias a mi dios por salvarme de la batalla y a mi rey por ardua recompensa. Con las palabras susurrantes, agradezco a la que algún día será mi mujer, por una noche tan deseada. Así satisfecho por encontrarme en este lugar y en este momento, me dejo vencer satisfecho por el deseado sueño de caballero.

martes, 23 de octubre de 2012

VIAJE DE GRADUACION (Erótico)




Llegó el ansiado viaje de graduación, estaba como todos mis compañeros, loca de tanta emoción. Al fin conocería New York.

Una vez bajamos del avión, ya estaba entrada la noche, fuimos al hotel a dejar las maletas, para después irnos todos de fiesta a una discoteca cercana que nos indicó amablemente el recepcionista.

En la discoteca, Murat, no se despegó de mi lado, eramos muy buenos amigos, casi como hermanos, todas mis amigas sentían envidia de nuestra amistad, porque él era el chico más guapo de toda la universidad. Pero lo que pasa en estos casos, que unas copas llevan a otras, y entre bailes y alcohol, la cordura se pierde al mismo ritmo que los pasos firmes se alejan del suelo.

Llegó la hora de irnos a dormir, pues a la mañana siguiente, nos esperaba un día muy largo. Murat, me acompañó a mi cuarto, pues mis tacones eran demasiado altos para soportar el equilibrio ligeramente tambaleante de la bebida. Ambos estábamos afectados por el elixir de la noche, donde los sentimientos más ocultos se dejan llevar por la ocasión. “Sí, lo reconozco Murat, siempre me gustó, pero no tuve valor para decir nunca nada al respecto”.

Yo era la única que no tenía compañera de habitación, por lo que me asignaron una con cama de matrimonio. Al entrar en el dormitorio, él cerró la puerta tras de mi. Al ir a quitarme los zapatos perdí el equilibro, y Murat, me sostuvo con sus musculosos brazos desde atrás, metió su nariz entre el borde de mi camisa y mi cuello, haciendo que todo mi ser se estremeciera. Debió de notar mi atracción hacia él, porque sin decir nada, me beso con esos labios tan ardientes que siempre había deseado probar. Incliné mi cabeza hacia le lado opuesto apoyando mi nuca en su hombro derecho. Mi respiración comenzó a descompasar el ritmo habitual, embriagando todo mi ser con sus delicados besos.

Nos miramos por un instante sonriendo y sin cambiar de postura, allí de pie con él a mis espaldas, me dejé llevar sin remordimientos por aquellos ojos verdes llenos de seducción, y acortando con ritmo pausado nuestra distancia, al fin juntamos nuestros labios en el más puro y tierno beso de amor verdadero. Mi estomago se llenó de primavera en cuestión de segundos, haciendo revolotear todas y cada una de las mariposas que en ella escondía. Nuestras lenguas jugaron por primera vez al roce cálido del placer. Su sabor a chicle de menta y whisky me resultó el sabor más dulce que jamás había probado, y sin ninguna duda me entregué por completo a sus encantos.

Murat, significa deseo hecho realidad, y al fin pude comprobar que su nombre daba sentido a mis anhelos más secretos.

Su mano derecha bajó por debajo de mi ombligo, escondiéndose entre la cintura de mi falda elástica, entrando por encima de la tela íntima para acariciar mi parte femenina. La izquierda subió hasta colarse por el escote de mi blusa, deslizandose entre el sostén en busca de aquel escondido rincón. Sus manos estaban frías, haciendo que mis pezones emergiesen de golpe, en una sensación tan excitante, que no pude contener las ganas de buscar la virilidad de su abultamiento entre sus pantalones. Mis manos también debían de estar frías, porque nuestros gemidos sonaron casi al unisono.

Como en un acto reflejo, me cogió en brazos y me llevó a la cama, donde me tumbó con suma delicadeza, acoplando su cuerpo al mio mientras entre besos fue desabrochando cada uno de los botones de mi blusa y yo de la suya.

Nunca imaginé que aquel deseo que ambos habíamos ocultado por tanto tiempo, nos permitiera disfrutar con tanta calma y pasión del momento. Una vez nos despojamos de las ropas, me buscó de nuevo los labios con su boca, mientras con sus dedos acariciaba sutilmente mis pezones erectos. Bajó besando delicadamente mi cuello con su húmeda boca, hasta encontrarse con uno de ellos. Con la mano derecha acarició apenas con un roce mi costado, hasta llegar al muslo derecho, donde yo dejé caer cada pierna hacia un lado, dejando mi ser plenamente expuesto a su voluntad.

Así con sentimiento pleno, y un gran gozo interno, nos amamos en la plenitud del deseo. El jugó con su mano entre el clítoris y los pliegues de mi sexo, y yo con su exuberante hinchazón febril, hasta que nuestros deseos fueron más fuertes que nuestras ganas de jugar.

-Murat, hazme tuya por favor.- Pronunciaron mis labios con un gemido ardoroso de pasión.

Ahí, en ese preciso instante, él me complació, colocando su cuerpo sobre el mio, mientras me besaba los labios, y con sumo cuidado me penetró, dejando que todos mis sentidos volasen hasta lo imposible. Nuestros ritmos acompasados poco a poco se fueron acelerando, al poco bajó el ritmo, metió su mano entre ambos cuerpos y busco mi punto G, lo acarició como si toda la vida lo hubiese hecho, en la justa presión del placer, sin dejar de moverse como a cámara lenta dentro de mi.

Nuestros cuerpos brillantes y ardientes por la pasión, se hicieron uno solo, fue en ese instante cuando comprendí, que nuestros destinos estaban unidos desde hacia mucho tiempo atrás, llegando con este placentero pensamiento de amor, al clímax de la lujuriosa pasión, justo en el instante en que él también estalló, sintiendo en mi interior su jugo más intenso.

-Elis, cásate conmigo.- Me espetó con la sonrisa más deliciosa que nunca antes le había conocido.

-¡Oh! sí.- Contesté con mi vagina aun palpitante por la eyaculación.

Nos unimos en un abrazo lleno de respeto, amor y admiración. dejando que nuestros sexos se desacoplasen en un sonido húmedo y caldoso.

Allí en un abrazo infinito, pasamos juntos la noche más hermosa que jamás habíamos soñado.

sábado, 20 de octubre de 2012

AMANTE DE LOS CABALLOS



Caballo español, que a escena hoy sales,
con tremendo porte y galantería,
en tu portento arrojo no hay dos iguales.
A lomos tu jinete con gran maestría,
despliega los mejores encantos florales,
la más grande y hermosa feria de caballería,
ganando los mejores premios regionales.
A música de guitarras muestras tu gallardía,
en el baile de los más bellos animales.
¡Oh caballito español! nadie como tú rejonearía,
pues en tu mundo no existen los males.
contigo trabajan con gran esfuerzo y alegría.
en tus cuadras no hay castigos ni puñales.
dócil y fiel cuando nadie pensó que te domaría.

Cuan dichosa me siento de ti, mi caballo andaluz,
porque en cada día compartido, tú me diste la luz.

sábado, 13 de octubre de 2012

A ORILLAS DEL RIO TE ENTERRE



Entré con el alma desolada en aquel poblado a lomos de Sultana, mi yegua blanca, lo único que me quedaba del pasado. Teníamos el cuerpo ensangrentado tras la batalla que habíamos dejado atrás. Los surcos de las lágrimas permanecían corrientes por mis sucias mejillas. Delante mía, portaba el cuerpo inerte de mi pequeño descendiente, ¿como podría volver la vista atrás sabiendo toda la muerte que dejaba allí? Maldigo mil veces a la mezquina humanidad del hombre, ellos que no satisfechos por asesinar a todos los aldeanos, a las pocas mujeres que aún permanecíamos con vida nos ultrajaron en lo más hondo de nuestro ser, robando lo que más amamos, nuestros hijos y nuestra honra femenina.

Yo al menos pude hallar fuerzas para huir de la masacre, y llevarme el cuerpo de mi niño, para devolverlo a la madre tierra. Después ya no me quedaría nada por lo que vivir.

Así fue como una vez dentro de aquella aldea vecina, descubrí que ellos también habían pasado por el mismo trance de muerte y desolación tan solo unas horas antes que nosotros. Continué entre las casas aún humeantes, sin fijarme en aquella gente, yacientes sin almas, miraba perdida en mi propio dolor.

Sultana seguía caminando con rumbo impreciso, como si no llevase jinete que la guiase por un camino elegido. Ella en casa me salvó la vida buscando mi seguridad ante tan aberrante situación, y lo que no sabía es que yo no la salvé a ella sino al revés.

Ahora una vez más, me alejaba de todo aquello por su propio instinto de seguridad. Llegando al riachuelo que nos daba vida en un pasado feliz. Me bajé de ella para que pudiese beber; y allí de rodillas en el suelo con el que fue mi bebé en brazos, no podía dejar de llorar. En aquella verde hierba húmeda por la frescura del río, bajo la arboleda que le protegía de los rayos del sol, sentí por primera vez que el dolor de mi corazón me decía que aún estaba viva, y me odié por ello.

Con mis manos escarbé en el suelo, mientras Sultana pastaba tranquilamente junto a nosotros. El ardor de mis dedos no impedirían que mi hijo tuviese una digna sepultura, por lo que seguí escarbando cada vez más y más profundo en la tierra. Cuando al fin obtuve un espacio suficiente para mi pequeño, me giré con las manos goteando sangre de los dedos. Lo tomé nuevamente en mis brazos mientras lo arrullaba, llenando su carita de infinitos besos, tantos como le hubiese dado en toda una vida de dicha. Tan solo cuando el hormigueo de mis piernas me avisaron del momento en que la despedida eterna habría cesado. Le di el último y más largo beso de amor materno, y lo deposité con sumo cuidado en el fondo de aquella cuna de tierra, que mis manos con tanta pena y amargura habían creado para él. Una vez en el fondo envuelto en mi chal para que siempre llevase algo mio. Comencé a cubrir despacio y con suavidad su delicado y diminuto cuerpo, mientras llorando le cantaba su ultima nana.

Duerme mi gran amor,

duerme entre tu nueva cunita de algodón,

allí arriba en las nubes del cielo,

donde cada día te veré yo…

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http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&v=jSvxE5eIUIQ&NR=1


viernes, 12 de octubre de 2012

¿OJOS TRISTES MARINERO?


El mar se movía agitado, y sobre las rocas se encontraba aquel chico. No se veía su rostro, lo tenía escondido entre las rodillas, que abrazaba con sus brazos. Allí sentado, como si el mundo que le rodea no fuese suficiente para él.

«Que hermoso ha de ser su interior, para no desear ver la belleza de la vida que nos acaricia desde fuera». Pensó Yemayá mientras se acercaba al desconocido.

Cuando se encontró allí de pie a sus espaldas, ella percibió en su rostro las frescas salpicaduras del mar. «No puedo comprender porque este pequeño hombre se tapa el semblante de esa manera». Intentaba analizar, sin respuesta en su mente de mujer.

—Dime muchacho, ¿por qué escondes tu cara?—

El joven no dijo nada, tan solo levantó con calma la cabeza, despacio, sin prisas, como el que sale de un sueño para entrar en otro. Una vez girados sus rasgos hacia la dama, sonrió plácidamente, como si aquel aroma celestial que envolvía el ambiente le fuese conocido.

—¡Madre! ¿Y usted me lo pregunta, cuando casi pierdo la vida en le mar?— Quiso saber él.

Yemayá contempló satisfecha todo cuanto tenía ante sí, acababa de comprender, que el marinero escondía su rostro porque era ciego. Tan solo de aquella manera, podía ver el mundo que le rodea desde la pureza de su interior. Por ello la fémina, con un giro de muñecas dando un majestuoso movimiento a sus manos, alzó parte del agua marina a los cuatro vientos. Así con aquel simple gesto, las gotas de agua salada que caían sobre él, penetraron en sus ojos, devolviendo una vez más la visión a sus pupilas.

—Gracias madre, Diosa de los Mares, primero por salvarme la vida años atrás y ahora por devolverme la vista para poder contemplarla una vez más—.

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Inspirado con esta música de fondo: http://www.youtube.com/watch?v=HmsRFrN97ek&feature=related



jueves, 11 de octubre de 2012

MUSICA PARA MI ADORABLE CABALLO




Aunque digan que la música no se hizo para todos los seres vivos, yo creo que sí, porque tú, que sabes sentir en lo más profundo de tu ser, no creo que pienses que eres único entre tanto espíritu libre y soñador.

Soy el caballo que pasta por la era de un pueblo cualquiera, siempre el silencio me apacigua los días de trabajo. Mas me encanta escuchar la música de fondo que se oye por las mañanas, cuando la señora Andrea con las ventanas abiertas ventila su casa, mientras faena con las tareas cotidianas. Es en esos ratos de mis horas inciertas, cuando más me gusta buscar esas notas musicales que llegan con suavidad hasta lo más profundo de mi ser.

Allí sumido en mi soledad, subo a la parte alta de la era, para acercar mis pasos a esa ventana sonora que tanto me hace recordar tiempos anhelados, en los que yo aún era un potro joven. Ahí en esa misma era nací, de la yegua más esbelta que ningún humano conoció. Años caducados de tiempos mejores para los que somos caballos. 

Cierro mis ojos molestos por las moscas del verano, para sumirme en los sueños del pasado. Cuanto añoro las carreras que hacia siendo aún corcel tierno, sin montura, sin jinete a lomos aún no curvados. Donde quedó aquella niña de ojos verdes y pelo negro ondulado. Aquella mirada pura, limpia y clara. Hoy aún viene a verme cada día del año, pero ya se hizo mujer y sus ojos ya no son translúcidos por la alegría, ahora son ojos llorosos por las penas de la vida. Creo que ella también vive los recuerdos lejanos en un alejado tiempo marchitado.

La música me devuelve cada día aquella dulce y pálida niña con cara de muñeca. Tras la oscuridad de mis ojos tornados, la vida parece volvernos a sentir unidos. Esa cohesión sin lamento, donde ella vivía por mi y yo me desvivía por ella para hacerla dichosa y feliz.

Andrea, mi pequeña carita de porcelana, si supieses cuanto la música de tu casa me acerca a ti. Gracias por el regalo que cada mañana tú me haces a mi. 

martes, 9 de octubre de 2012

ASESINATO TRAS LA LENTE



A Yessi le gustaba fotografiar la puesta de sol desde cualquier ángulo de la ciudad, pero lo que no sospechaba es que clase de tomas obtendría esta vez. Ese día había salido a pasear con su inseparable Sony Alfa 300 en mano. Por el callejón de la vieja judería además podía encontrar sensacionales y coloridas balconadas florales en aquella cálida primavera.

Enfrascada en sus imágenes de portada, iba caminando sin rumbo, cada estampa la iba adentrando por los más hermosos lugares de la zona vieja de la ciudad. Aquel lugar lleno de historia y leyendas, todo parecía digno de ser fotografiado, una ventana, una puerta, el escudo de una de las entradas, además jugaba con la suerte de encontrar de vez en cuando alguna mujer marroquí con el velo en la cabeza, dando un especial encanto a las calles del pasado.

Yessi era una chica delgada y menudita, lo cual hacía del enfoque transversal y de los picados unas fotografías más exquisitas. En una de sus posturas retorcidas típicas de fotógrafos, observó a través del zoom de su objetivo Tamron SP AF 90mm F/2.8 Di Macro, unos movimientos extraños detrás del cristal de la ventana que estaba fotografiando. Como la imagen se quedaba demasiado corta, decidió cambiar de lente.

Sigilosa como un minino, se sentó en el suelo sacando de su mochila la lente Tamron 18-270 F/3,5 6,3 VC PZD cambiando así la distancia focal de macro a larga distancia. Una vez guardó con sumo cuidado el objetivo que acaba de quitar, volvió a la postura artificial de fotógrafo profesional, y esta vez la imagen fue clara y nítida. Se trataba de un hombre de unos 45 años y una mujer algo más joven, forcejeando por una bolsa de cuero oscura, y justo cuando estaba sincronizando el diafragma para tener mejor entrada de luz, escucho un disparo. Como buena capturadora de imágenes por secuencia, pulsó el disparador logrando unas tomas de la escena a cámara lenta. Se encontró a sí misma aterrorizada por lo que estaba sucediendo, pero no podía apartar su réflex de la escena, ni dejar de disparar obteniendo por décimas de segundo cada movimiento, dejando constancia de todo en su tarjeta de memoria de 2 GB.

Pero de pronto se dio cuenta que estaba haciendo omisión de auxilio, por el mero echo de anteponer su hobby a la vida de aquella mujer. Por eso dejó de hacer fotos en el preciso instante en el que el hombre salía por la puerta de aquella sala, dejando a la mujer ensangrentada tendida en el suelo. Buscó en su chaqueta el teléfono móvil para llamar al 112, y justo cuando estaba dando señas de lo sucedido apareció a tan solo 20 metros de ella, el asesino.

Lo que acontecería después ni tan siquiera Yessi se lo imaginaba…

Pero eso mejor lo dejamos para otro cápitulo ¿No? jejejejeej hagamos alarde de lo aprendido en la 2° entrega jaajajajaj :P

viernes, 5 de octubre de 2012

LA MUSA DE HALLOWEEN


Imagen sacada de internet 

La sala estaba iluminada por unas velas dentro de las típicas calabazas de Halloween, estas tintineantes luces resaltaban los distintos tonos azulados de las paredes, la decoración era elegante pero con toques de aquella noche de brujas. La música que sonaba en aquel instante por toda la discoteca, era la famosa canción de Michael Jackson, Thriller, en la zona de baile los bailarines disfrazados se animaban con este himno tan acorde para la ocasión.

Al otro lado de la pista, se encontraba la mujer más hermosa que jamás había visto, parecía sacada de una revista de moda, la musa de los fotógrafos en carne y hueso. Resaltaba no solo por su belleza infinita, sino porque era la única que no estaba disfrazada. Bueno tal vez esté vestida de vampira moderna y no me fijara en sus colmillos, pero aún así, era el centro de atención del baile.

Su melena larga y morena le llegaba a la cintura, entre ondulaciones y sedoso volumen parecía invitar al tacto. Su rostro fino, terso y pálido, hacía resaltar esos labios carnosos pintados de carmín, como una mora en el centro de una tarta de queso. Sus ojos tenían la profundidad de una noche estrellada, en los que todo hombre desea verse reflejado entre sus brillos. Su movimiento de caderas a través de aquel negro y ajustado vestido que le llegaba a medio fémur, era tan sensual y sutil a la vez, que era imposible no fijarse en semejante hembra.

Me acerqué al camarero, pues me había dado cuenta de que él tampoco dejaba de mirarla y le pregunté qué era lo que tomaba la mujer misteriosa, y me dijo que vino Chambord, le pedí dos copas, y cuando me dijo el precio casi me caigo del taburete. Pero bueno la chica merecía el esfuerzo. Con sendas copas en la mano, me dirigí hasta su posición con paso firme y tranquilo.

-¿Otro Chambord madame?- Pregunté sutilmente por encima de su hombro, mientras le tendía la copa delante de ella.

-¡Oh gracias! Muy amable.- Respondió con la sonrisa más sensual de Afrodita, la diosa del amor. Mientras tomaba la copa de mi mano.

-¿De qué vas disfrazada?- Dije por salir del paso.- ¿Vampira tal vez?-

- Mmm No, de humana.- Argumentó sonriendo tras paladear el vino de su copa.

-¡Vaya, eso está bien!-  Alegué un tanto sorprendido. - A mí tampoco me gusta mucho disfrazarme, por eso también voy de humano, ¿Te gustaría ser mi pareja de baile por esta noche? Si es que estás sola, claro.-

Me sentí como un niño de quince años pidiendo salir a una chica por primera vez. ¡Por favor!, pero sí me toqué el pelo y todo de lo nervioso que me puse.

-Me parece justo, tú me invitas a mi licor preferido, y yo te recompenso con mi mejor beso.- Me miró fijamente sonriendo, con mirada de enamorada. -¿Por qué es lo que bienes buscando de mi no?-

Me quede perplejo, y más aún cuando me dio a probar su elixir mejor guardado. El beso más exquisito, el más jugoso, el más dulce y apasionante, el más excitante, el beso más caro y por desgracia el último que sentirían mis labios.

-Perdón se me olvido presentarme, soy la muerte.- Me susurró mientras mi cuerpo caía ya sin vida.

ORACION DE CUNA

Santa Bibiana, protectora de los niños.


Esta oración la cree con todo mi amor, para mi hija cuando aún crecía en mi seno materno, por diferentes complicaciones en el embarazo, me hicieron crear su propia oración para pedir a la virgencita que la ayudara a superar todos los baches del camino.

Virgencita santa y pura,
guía mis pasitos a lo largo de la vida,
para que siempre sea una niña buena,
y alcance tu gloria, algún día.

M. Bibiana Jiménez Durán

jueves, 4 de octubre de 2012

A TI, MI QUERIDO ESCRITOR

Imagen sacada de internet

Hoy parecía un día como otro cualquiera, pero realmente no fue así, hoy te sentí sonreir tras las palabras. Te hace tan especial esa expresión… Me has contagiado, y con ello llenas de dicha mi corazón.

Amigo escritor, nunca dejes que el viento se lleve tu pluma, porque hasta en el día en que creas no tener inspiración, me puedes hacer diferente entre el resto de la gente.
No te frustres porque hoy no puedas continuar con la escritura de tu larga novela, pues con un pequeño relato puedes hacer más bien del que te crees. Incluso de los días en los que lloras, con tu pluma llegarás a tocar mis sentidos. Sí amado escritor, tú, que hoy te portas como mero lector, para ti engendro yo hoy las letras que me salen del interior. Hoy mereces que te mimen, que te hagan un pequeño homenaje a esas noches en vela para llenar nuestro mundo más intimo, la mente, nuestro mayor don.

No te conozco, pero cuando te leo te reconozco. Algunos días siento envidia de tu pluma, porque ella en un tiempo pasado surcó las olas del aire, vio el mundo desde el lugar más privilegiado; y ahora en tus manos escribe las más hermosas de las historias. Ella, la viva eterna… Tu más fiel compañera.

Un libro no deja de ser palabras pasadas a limpio, pero la sensación del unisono cuando estáis a solas el papel, la pluma y tú… Eso es el verdadero arte, al que nadie podrá pone precio. Cuantos pergaminos, cuantos botes de tinta, cuantos escritos se habrán quedado por el camino. Tan sólo por el miedo de creer que una persona insignificante, de la que apenas los más cercanos conocían de sus escritos, no encontró la dicha de presentar sus obras a alguien que le lanzara a la gloria. Tal vez por cobardía, tal vez por inseguridad, o tal vez porque no se valoró lo suficiente a sí mismo… Quien sabe.

Hoy soy yo la que escribe con el más profundo de los sentidos, porque aunque no lo creas, a ti te aprecio y admiro tanto o más que a muchos de los grandes y famosos escritores. Porque tus palabras las siento más cercanas, más íntimas. Tengo la sensación de que escribiste para mi, con el amor que yo hoy escribo para ti. Es la diferencia de escritor de a pocos a escritor de a muchos. Que al leer hoy tus fragmentos, me siento afortunada, porque seré de los pocos que tengan ese gran privilegio. En cambio cuando leemos grandes obras publicadas en libros de editorial, siento que otros ojos robaron a los míos la esencia de ser los primeros.

Querido escritor novel, ¿cuantos años llevas escribiendo? ¿Cuantos cursos y talleres hiciste por el camino? Ten fe en ti mismo, aparta de una vez el cartel verde con blanca “L” que llevas marcada como a fuego, en tu luna trasera de tu carrera, porque si algo me hace sentir bien, es precisamente verte a ti en circulación.

No te rindas, pues en algún lugar estará la oportunidad que tanto añoras. Se valiente, pues tu eres tan valioso como el resto de esa famosa gente. Si con estas humildes palabras hoy fui yo quien tocó un pedacito de tu corazón, yo te pido que me hagas un favor… Toma de nuevo tu pluma, y nunca ceses en el empeño de escribir, porque aunque creas que a nadie le importan tus letras, quiero que sepas que a mi sí.

Con todo mi cariño para ti, mi querido amigo escritor.

Rotbel.

ROTBEL




Había anochecido en el castillo de Mognour, como cada noche el ángel de fuego custodiaba sus puertas bajo la atenta mirada de la luna llena.

Allí estábamos, apostados un día más en la oscura y fresca hierba observando cada movimiento.

La noche parecía tranquila, pero nada más lejos de la realidad. Por el costado derecho empezaron a emerger los sonidos de cascos lejanos que venían al galope. Tuvimos que escondernos mejor detrás de unos pequeños chaparros, o a la altura de un jinete se desvelaría nuestra posición.

-¿Por qué nos han mandado a nosotros?- me preguntó entre susurros Aurel. -Siempre nos hacen cargo de las misiones más peligrosas.-

-Aurel, será que no somos tan valiosos como te piensas, si algo sale mal nosotros les importamos un comino.- Miré de soslayo a mi camarada mientras entre sonrisas añadí, -Qué más da dos muertos más que menos en esta historia. Total no somos los protagonistas.-

Al centrarnos de nuevo en la misión encomendada por el caballero Ser Thomas Rouslen, la corte de corceles con señores de armas se apostaba frente al castillo. El ángel de fuego tenía las alas extendidas, desde la distancia donde nos hallabamos , parecía más un dragón envuelto en llamas que un ser inmortal. El caballero de la armadura plateada con escudo y estandarte de alcón negro sobre fondo blanco, se acercó sin vacilar al espectro llameante. Parecía que hablaban de algo importante, pero no logramos escuchar nada. Al poco tiempo el guardián de Mognour levantó el vuelo surcando las almenas del castillo, aquello parecía la señal para dar paso a los visitantes, puesto que con aquel movimiento de alas, el portón de entrada se abrió dando paso a los recién llegados.

-¿Y ahora qué?- Preguntó inquieto Aurel.

- Ahora nada, seguimos como antes, observando y sin perder detalle.- Espeté yo. -A veces te pones muy pesado con las guardias.-

-No te entiendo Rotbel, cualquiera diría que disfrutas con esto.- Se molestó mi compañero.

-Silencio hombre que nos vas a delatar.- Le advertí a modo de reprimenda.-¿No ves que el guardián aún esta en pleno vuelo y nos puede descubrir? somos exploradores y con eso nos sobra.-

Allí agazapados entre las matas del bosque, permanecimos el resto de la noche sin volver a cruzar palabra. Solo observando cada movimiento, pero antes del alba nos llevamos una gran sorpresa. Un carruaje procedente del camino alto, se aproximó al castillo. No era de aquella zona, pues el escudo que tenía labrado en un lateral era como una serpiente enroscada en algo que se asemejaba a una espada con empuñadura de rosas.

-¿Quién llega ahora?- Preguntó indeciso mi acompañante.