lunes, 18 de febrero de 2013

CIEGO DE AMOR



Comienza a clarear el día, lo sé porque el trinar de los pájaros así lo anuncian. Hoy me siento muy nervioso, tanto, que apenas he podido dormir durante la noche. Pero al fin, ha llegado el ansiado treinta de enero. Se termina una etapa en mi vida, para comenzar una nueva.

Me levanto para dirigirme al baño y darme una buena ducha, porque ya tengo el cuerpo molido de dar tantas vueltas en la cama. Susana continúa en el lecho conyugal, por su respiración, reposa en un descanso plácido después de una noche intranquila para ambos. Intentaré ser sigiloso porque esta tarde ha de pasar la prueba más dura para cumplir su sueño, y ahora necesita sosiego.

Una vez aseado, me asomo por la terraza para contemplar el esplendoroso amanecer que me llevaré de recuerdo. Parece que todo va bien encaminado, hasta el cielo está despejado a pesar del frío invierno. Sumido en mis pensamientos, observo todo cuanto me rodea, es tan difícil despedirse de las cosas cotidianas… Mis lágrimas me devuelven a la realidad de mis quehaceres, aún quedan cosas por terminar antes del viaje. Me preparo para la partida, ultimando los detalles de la maleta. Susana ya se ha despertado, por el sonido del agua está bajo la alcachofa de la bañera. Creo que es el mejor momento para escribir una carta. Será una pena no poder deleitarme con su cara cuando la lea. Pero me quedaré con el placer de saber que, este será su mejor San Valentín.

Una vez preparados, bajamos al garaje donde introduzco las maletas en el vehículo y emprendemos la marcha hacia el nuevo futuro que nos espera, impaciente como nosotros mismos. La música del audio cd me estimula a saborear el paisaje como nunca antes degustaron mis pupilas. Me he perdido tantas cosas… Pero no me arrepiento de lo que voy urdir, disfrutaré de la conducción con el regocijo de estar aquí y ahora. Después, Dios proveerá.

Ha pasado una quincena, hoy habrá regresado Susana de la clínica. Yo no he podido acompañarla, quiero que su sorpresa sea especial. La dejé allí con su madre, mi cómplice, y una excusa. Sí, le dije que tenía viaje de negocios y me era imposible quedarme con ella en su restablecimiento tras la operación, pero hemos mantenido contacto por teléfono.

Todo se debe a que hace siete años que tuvimos un aparatoso accidente de tráfico, en el que fuimos envestidos por un camión. Los cristales dañaron las corneas de Susana, apagando la visión de sus ojos. A pesar de ello nos casamos a los dos años. Ella no quería condenarme a vivir con una ciega para siempre, pero yo siempre la he amado y no quería apartarme de su lado. Después llegó nuestro bebé.

-Daría mi vida por poder verle aunque solo fuese un instante. -Dijo ella el día que él nació.

Esas palabras se me clavaron en lo más recóndito del alma. Desde entonces me puse en marcha, hasta que encontré a un doctor que me dio esperanzas.

–Si existiera un donante de conrea compatible con las suyas sería posible su visión. -Dicho y hecho, desde ese instante removí cielo y tierra para encontrarme cara a cara con ese donante.

Soy tan feliz… Seguro que ya estará leyendo mi carta.

14 de Febrero de 2012

Amada mía, esta es la primera carta que lees desde el accidente, por eso quiero que sea de amor. Ya estarás de vuelta en casa tras la operación. Te he decorado nuestra habitación con pétalos rojos, una rosa eterna, bombones, el álbum de fotos y vídeos de nuestra boda, el de nuestra luna de miel, el de nuestro bebe y numerados uno a uno todos los que hemos ido compartiendo en estos años, viajes, cumpleaños, navidades… He dejado constancia en imágenes de toda nuestra vida juntos hasta la fecha. Pero el regalo más especial ya te lo ofrecí para que puedas ver crecer a nuestro niño. Tan solo espero que te guste tanto, como a mí hacerlo. Vosotros sois lo más importante que tengo, y os quiero dichosos.

Nunca olvides que te amo, y que todos tus deseos, si están en mi mano, los haré siempre realidad. Prométeme que serás feliz, y que continuaras viendo y disfrutando de todo cuanto nos rodea por mí. Yo en cambio llevaré esta pesarosa oscuridad por ti. Porque las retinas que ahora llevas son el regalo especial que te ofrezco para este San Valentín.

Siempre tuyo.

Raul, tu esposo ciego de amor.

1 comentario:

  1. ¡Ohhhhh! Pero que relato tan bonito y triste a la vez...
    Un beso muy fuerte.

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