sábado, 2 de marzo de 2013

EL CUENTO DE LA MARIQUITA NICOL



Tema: Los sueños aún no alcanzados.

Efecto: Reflexión.

En el país de Mayavik, nació Nicol, una pequeña mariquita sin colores en las alas. Ella no podía volar, porque el aire traspasaba el tejido de sus grandes élitros descoloridos. Todos sentían compasión por ella, los más pequeños en cambio se burlaban por su diferencia. Nicol se percibía acomplejada, ello le causó una profunda timidez, tal era esta que apenas quería ni salir de casa. Pero un buen día su historia llegó a los oídos del hada del bosque, quien fue a verla en persona. Una vez estudió su caso, animó a Nicol, le dijo que debería ir en busca del duende de los colores. Aseguró que él tendría la solución para sanar su problema. Nicol tendría que emprender viaje hacia el puente del arco iris, donde no sin riesgo de tropezar con el troll que lo protegía, el cometido para poder acceder era el responder a cuatro de sus preguntas sin error alguno. Solo así podría cruzar hasta el otro extremo, donde se hallaba el duende Colors.

Nicol aún atesoraba el miedo, que durante el tiempo de vida, le precedía en su forma de ser. No obstante, se armó del valor con el que el hada del bosque le dotó y emprendió su viaje.

Caminó y caminó en soledad. Cruzando bosques, senderos, valles y colinas. Los días parecían alargarse, pues el cansancio comenzaba a producir estragos en sus diminutas patitas. Pero Nicol no se rendía, había llegado muy lejos, como para darse la vuelta. Decidió subir a lo alto de una montaña, para ver si desde allí lograba divisar el tan ansiado arco iris. Una vez más, la noche se le echó encima y tuvo que pernoctar en la cúspide de aquella gélida montaña. Sus esperanzas iniciaban a flaquear, cuando de pronto… -¡Por las hojas del castaño! Ahí está, ¡al fin lo he encontrado! -Con las prisas de querer bajar la montaña, tropezó con un diminuto montículo de arena y calló rodando un buen trecho. Exhausta y mareada logró reincorporarse sobre sus magulladas patitas. Cojeando prosiguió su andadura, al menos ahora tenía su objetivo localizado.

Cuando consiguió llegar a la base del puente, salió a su paso un maloliente troll interrumpiendo el trasiego.

-¿Dónde vas? –Quiso saber él, limpiándose los mocos verdes con el dorso de una enorme mano peluda.

-En busca del duende Colors. –Respondió Nicol bastante asustada.

-¿Quién eres tú?

-Nicol, la mariquita incolora. –Alegó mientras se sentaba fatigada.

-¿Qué les pasó a tus estúpidas alas? –Curioseó grosero el troll mientras caminaba torpemente a su alrededor.

-No lo sé, nací así.

-¿Sabías que pareces un bicho raro? –Se burló con una sonora carcajada

-Sí, al menos con el más raro que yo me he cruzado. –Confesó triste bajando la mirada hacia el suelo.

-Bueno pues si quieres ver al viejo Colors, tendrás que responder a cuatro de mis preguntas. –Carraspeó mientras se rascaba la barbilla pensativo.

-Disculpe, pero ya me las acaba de hacer y yo le di las respuestas pertinentes y correctas. –Aterrada por la reacción de su interlocutor, encogió el cuello y ladeó un poco el cuerpo por si tenía que salir corriendo de allí.

-¿Cómo? ¡Por los pies de mi abuelo! Ya me ha vuelto a suceder. –Se enfadó el troll consigo mismo, mientras se daba un mamporro en la sesera con la parte baja de la mano.

Nicol asustada, retrocedió dos pasos.

-Lo lamento, pero me ha costado mucho llegar hasta aquí, ahora le toca dejarme pasar. –Espetó ella.

El troll, se apartó sin más preámbulos ni repliques, dejando que Nicol ascendiera por el puente del arco iris en busca del duende.

-Gracias. –Susurró mientras pasaba a su lado, aún incrédula con lo que acababa de suceder.

Al pisar en la extensa alfombra, que formaba aquel majestuoso puente de colores, sonaron las notas musicales de un piano según el color que tocaran sus patitas. Do, de amor en el rojo, re, de orgullo para el naranja, mi, de alegría cuando accionó el amarillo, fa, de confianza al tocar el verde, sol, de paz con el azul claro, la, de admiración dentro del marino y si, de sorpresa con el morado. Donde al levantar la mirada, encontró ante sí al duende Colors, tarareando una canción acompasada por la música creada, mientras sus alas se iban tornando de los colores de las mariquitas.

-Felicidades, hallaste lo necesario para volar.

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