viernes, 29 de marzo de 2013

TRAVESÍA A LA ETERNIDAD.



Titanic, (escena final).

Habían pasado muchos años, desde que aquellas personas embarcaron por primera vez, en el buque más famoso del mundo, para vivir la historia de sus vidas.

Sus vivencias perduraban en el tiempo, en los recuerdos de Rous, la última superviviente. Ella tenía la clave que tanto ansiaban encontrar los investigadores. La experiencia de lo que en verdad sucedió, pero mirada con otros ojos, con los del protagonista del relato más fehaciente que se puede compartir. La crónica que jamás olvidaría la humanidad por largo que fuese su existir.

Pero tras compartir parte de su biografía, allí estaba, como le había pedido Jack Thompson, con las anécdotas de aquellos anhelos hechos realidad, en las fotografías que reposaban en la mesilla de noche. Ella, una adorable anciana, metida en una pequeña cama calentita, cumpliendo así, la última promesa que le hizo.

Cuando su alma dejó atrás aquel cuerpo de pelo blanco, reposando sobre las sábanas del camarote que navegaba sobre las olas oceánicas, atravesó las gélidas aguas para llegar hasta el fondo. El Titanic era su destino, el lugar de donde su corazón de mujer, nunca había desembarcado.

Una vez más, pisaba la cubierta firme y pulida, radiante y nueva como lo mantuvo en su memoria. Apresurada sabía hacia dónde dirigir su andadura. El reloj de las escaleras de madera con bóveda acristalada. Un joven le abrió la puerta, y allí estaban todos, esperando su entrada. Todas las caras conocidas que viajaron junto a ella en el pasado. El señor Andreu, el italiano Marcelo, la niña irlandesa que por las noches bailaba con Jack en los bailes de tercera clase, todos los amigos añorados de aquella travesía, la recibían alegres, y frente al reloj, su amado, tan joven y puesto como siempre. El ascenso por la escalera se fraguó, cuando Jack le tendió la mano, para acabar los últimos peldaños en el beso más puro y sincero que da el amor eterno.

Aquella estancia rompió el silencio con los aplausos de todos los allí presentes. Con Rous, la última pasajera que faltaba por llegar, ya había culminado la espera. El Titanic, ahora sí, podría zarpar travesía a la eternidad sin condiciones ni clases.

2 comentarios:

  1. Titanic es una de mis películas favoritas, gracias por recordármela ;-)
    Bonito texto.
    Besos.

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    1. Qué recuerdos me trae ésta pelicula!. Una de mis favoritas e inolvidables y en uno de los mejores años de mi vida. Precioso texto. Un beso!.

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