sábado, 27 de octubre de 2012

BET, LA PEQUEÑA GIMNASTA RITMICA



Era tan solo una niña, no tendría más de cinco o seis años. Tan bonita, con su cuerpo musculoso y bien contorneado. Allí vestida como una mujer de trajes y medias ajustadas color pastel. Con el pelo recogido en lo alto por un moño, y su carita de azucena. Bailaba para todos con desenvoltura, sin parecer consciente del arte que corría por sus venas.

Gimnasta rítmica siempre quiso ser, y allí se hallaba, ante miles de personas y el jurado más experto en esta forma tan hermosa de actuar. Pero eso no importaba, la niña estaba cumpliendo el sueño de su vida. Danzar para su público.

Bet, se aislaba del mundo cada vez que la música sonaba, era como el agua que la hacía moverse rápida y con sutileza a cada centímetro de su esencia, como el río que fluye corriente abajo acariciando las rocas, y saltando en las piedras.

Ahí se alojaba cada uno de los giros contorsionados al ritmo de sus elegantes zancadas, en el punto exacto de los acordes musicales, lanzando la pelota, y virando en aire o suelo con gestos arqueados, saltos y piruetas con estilo y propiedad, mientras al mismo tiempo iba caracoleando con la cinta a giros de muñeca. Aquel espectáculo de dos elementos diferentes usados a la vez a los mismo tiempos musicales, nunca antes los habían visto. Bet, lo bordaba, era única en aquel arte.

La exactitud en cada uno de los estilos, dejó a todos los allí presentes con las mandíbulas desencajadas. Menos a sus padres, y profesora, los cuales la habían visto volar con la magia acorde de las notas en tantas y tantas ocasiones, que con los ojos aprendieron a ver sus alas de ángel, que el don no permitía a los demás vislumbrar más allá de la pureza de su alma, pero tan solo un espíritu celeste como ella podía sentir de tal modo los acordes del piano, y hacer de sus pies, los dedos del más experto pianista.

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