martes, 23 de octubre de 2012

VIAJE DE GRADUACION (Erótico)




Llegó el ansiado viaje de graduación, estaba como todos mis compañeros, loca de tanta emoción. Al fin conocería New York.

Una vez bajamos del avión, ya estaba entrada la noche, fuimos al hotel a dejar las maletas, para después irnos todos de fiesta a una discoteca cercana que nos indicó amablemente el recepcionista.

En la discoteca, Murat, no se despegó de mi lado, eramos muy buenos amigos, casi como hermanos, todas mis amigas sentían envidia de nuestra amistad, porque él era el chico más guapo de toda la universidad. Pero lo que pasa en estos casos, que unas copas llevan a otras, y entre bailes y alcohol, la cordura se pierde al mismo ritmo que los pasos firmes se alejan del suelo.

Llegó la hora de irnos a dormir, pues a la mañana siguiente, nos esperaba un día muy largo. Murat, me acompañó a mi cuarto, pues mis tacones eran demasiado altos para soportar el equilibrio ligeramente tambaleante de la bebida. Ambos estábamos afectados por el elixir de la noche, donde los sentimientos más ocultos se dejan llevar por la ocasión. “Sí, lo reconozco Murat, siempre me gustó, pero no tuve valor para decir nunca nada al respecto”.

Yo era la única que no tenía compañera de habitación, por lo que me asignaron una con cama de matrimonio. Al entrar en el dormitorio, él cerró la puerta tras de mi. Al ir a quitarme los zapatos perdí el equilibro, y Murat, me sostuvo con sus musculosos brazos desde atrás, metió su nariz entre el borde de mi camisa y mi cuello, haciendo que todo mi ser se estremeciera. Debió de notar mi atracción hacia él, porque sin decir nada, me beso con esos labios tan ardientes que siempre había deseado probar. Incliné mi cabeza hacia le lado opuesto apoyando mi nuca en su hombro derecho. Mi respiración comenzó a descompasar el ritmo habitual, embriagando todo mi ser con sus delicados besos.

Nos miramos por un instante sonriendo y sin cambiar de postura, allí de pie con él a mis espaldas, me dejé llevar sin remordimientos por aquellos ojos verdes llenos de seducción, y acortando con ritmo pausado nuestra distancia, al fin juntamos nuestros labios en el más puro y tierno beso de amor verdadero. Mi estomago se llenó de primavera en cuestión de segundos, haciendo revolotear todas y cada una de las mariposas que en ella escondía. Nuestras lenguas jugaron por primera vez al roce cálido del placer. Su sabor a chicle de menta y whisky me resultó el sabor más dulce que jamás había probado, y sin ninguna duda me entregué por completo a sus encantos.

Murat, significa deseo hecho realidad, y al fin pude comprobar que su nombre daba sentido a mis anhelos más secretos.

Su mano derecha bajó por debajo de mi ombligo, escondiéndose entre la cintura de mi falda elástica, entrando por encima de la tela íntima para acariciar mi parte femenina. La izquierda subió hasta colarse por el escote de mi blusa, deslizandose entre el sostén en busca de aquel escondido rincón. Sus manos estaban frías, haciendo que mis pezones emergiesen de golpe, en una sensación tan excitante, que no pude contener las ganas de buscar la virilidad de su abultamiento entre sus pantalones. Mis manos también debían de estar frías, porque nuestros gemidos sonaron casi al unisono.

Como en un acto reflejo, me cogió en brazos y me llevó a la cama, donde me tumbó con suma delicadeza, acoplando su cuerpo al mio mientras entre besos fue desabrochando cada uno de los botones de mi blusa y yo de la suya.

Nunca imaginé que aquel deseo que ambos habíamos ocultado por tanto tiempo, nos permitiera disfrutar con tanta calma y pasión del momento. Una vez nos despojamos de las ropas, me buscó de nuevo los labios con su boca, mientras con sus dedos acariciaba sutilmente mis pezones erectos. Bajó besando delicadamente mi cuello con su húmeda boca, hasta encontrarse con uno de ellos. Con la mano derecha acarició apenas con un roce mi costado, hasta llegar al muslo derecho, donde yo dejé caer cada pierna hacia un lado, dejando mi ser plenamente expuesto a su voluntad.

Así con sentimiento pleno, y un gran gozo interno, nos amamos en la plenitud del deseo. El jugó con su mano entre el clítoris y los pliegues de mi sexo, y yo con su exuberante hinchazón febril, hasta que nuestros deseos fueron más fuertes que nuestras ganas de jugar.

-Murat, hazme tuya por favor.- Pronunciaron mis labios con un gemido ardoroso de pasión.

Ahí, en ese preciso instante, él me complació, colocando su cuerpo sobre el mio, mientras me besaba los labios, y con sumo cuidado me penetró, dejando que todos mis sentidos volasen hasta lo imposible. Nuestros ritmos acompasados poco a poco se fueron acelerando, al poco bajó el ritmo, metió su mano entre ambos cuerpos y busco mi punto G, lo acarició como si toda la vida lo hubiese hecho, en la justa presión del placer, sin dejar de moverse como a cámara lenta dentro de mi.

Nuestros cuerpos brillantes y ardientes por la pasión, se hicieron uno solo, fue en ese instante cuando comprendí, que nuestros destinos estaban unidos desde hacia mucho tiempo atrás, llegando con este placentero pensamiento de amor, al clímax de la lujuriosa pasión, justo en el instante en que él también estalló, sintiendo en mi interior su jugo más intenso.

-Elis, cásate conmigo.- Me espetó con la sonrisa más deliciosa que nunca antes le había conocido.

-¡Oh! sí.- Contesté con mi vagina aun palpitante por la eyaculación.

Nos unimos en un abrazo lleno de respeto, amor y admiración. dejando que nuestros sexos se desacoplasen en un sonido húmedo y caldoso.

Allí en un abrazo infinito, pasamos juntos la noche más hermosa que jamás habíamos soñado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario