jueves, 4 de octubre de 2012

ROTBEL




Había anochecido en el castillo de Mognour, como cada noche el ángel de fuego custodiaba sus puertas bajo la atenta mirada de la luna llena.

Allí estábamos, apostados un día más en la oscura y fresca hierba observando cada movimiento.

La noche parecía tranquila, pero nada más lejos de la realidad. Por el costado derecho empezaron a emerger los sonidos de cascos lejanos que venían al galope. Tuvimos que escondernos mejor detrás de unos pequeños chaparros, o a la altura de un jinete se desvelaría nuestra posición.

-¿Por qué nos han mandado a nosotros?- me preguntó entre susurros Aurel. -Siempre nos hacen cargo de las misiones más peligrosas.-

-Aurel, será que no somos tan valiosos como te piensas, si algo sale mal nosotros les importamos un comino.- Miré de soslayo a mi camarada mientras entre sonrisas añadí, -Qué más da dos muertos más que menos en esta historia. Total no somos los protagonistas.-

Al centrarnos de nuevo en la misión encomendada por el caballero Ser Thomas Rouslen, la corte de corceles con señores de armas se apostaba frente al castillo. El ángel de fuego tenía las alas extendidas, desde la distancia donde nos hallabamos , parecía más un dragón envuelto en llamas que un ser inmortal. El caballero de la armadura plateada con escudo y estandarte de alcón negro sobre fondo blanco, se acercó sin vacilar al espectro llameante. Parecía que hablaban de algo importante, pero no logramos escuchar nada. Al poco tiempo el guardián de Mognour levantó el vuelo surcando las almenas del castillo, aquello parecía la señal para dar paso a los visitantes, puesto que con aquel movimiento de alas, el portón de entrada se abrió dando paso a los recién llegados.

-¿Y ahora qué?- Preguntó inquieto Aurel.

- Ahora nada, seguimos como antes, observando y sin perder detalle.- Espeté yo. -A veces te pones muy pesado con las guardias.-

-No te entiendo Rotbel, cualquiera diría que disfrutas con esto.- Se molestó mi compañero.

-Silencio hombre que nos vas a delatar.- Le advertí a modo de reprimenda.-¿No ves que el guardián aún esta en pleno vuelo y nos puede descubrir? somos exploradores y con eso nos sobra.-

Allí agazapados entre las matas del bosque, permanecimos el resto de la noche sin volver a cruzar palabra. Solo observando cada movimiento, pero antes del alba nos llevamos una gran sorpresa. Un carruaje procedente del camino alto, se aproximó al castillo. No era de aquella zona, pues el escudo que tenía labrado en un lateral era como una serpiente enroscada en algo que se asemejaba a una espada con empuñadura de rosas.

-¿Quién llega ahora?- Preguntó indeciso mi acompañante.

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